Saludos a todos: ¡¡¡POR FIN EN SHANGHAI!!!... después de un viaje que parecía que no iba a terminar nunca. Pablo, para no perder su identidad, dio dos cabezadas durante el viaje. Menos mal que la tecnología moderna, “la nintendo”, lo mantuvo muy ocupado. Pablo y Vicky hemos hecho un ayuno voluntario durante todo el viaje: todo sabía a rayos picantes; Mikel ha aprovechado para ponerse las botas con la comida holandesa.
Al llegar al aeropuerto de Bilbao, a Vicky le obligaron a sentarse en una silla de ruedas, y a partir de ese momento en cada una de las llegadas y los embarques nos esperaba un coche con o sin motor que nos trasladaba de un lugar a otro y nos hacía pasar por todos lados sin hacer colas.
Nada más llegar al aeropueto de Shanghai nos han subido en un pequeño autobús: 38 grados centígrados y una gran humedad. Tras una kilométrica recta hemos llegado al hotel de cuatro estrellas “The Bund”, muy cerca del malecón. Una ducha rápida y a comer.
Al llegar al aeropuerto de Bilbao, a Vicky le obligaron a sentarse en una silla de ruedas, y a partir de ese momento en cada una de las llegadas y los embarques nos esperaba un coche con o sin motor que nos trasladaba de un lugar a otro y nos hacía pasar por todos lados sin hacer colas.
Nada más llegar al aeropueto de Shanghai nos han subido en un pequeño autobús: 38 grados centígrados y una gran humedad. Tras una kilométrica recta hemos llegado al hotel de cuatro estrellas “The Bund”, muy cerca del malecón. Una ducha rápida y a comer.
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